El feminismo y el deseo de ser madre
- Daniela Cornejo Zambrano
- 11 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Estaba pensando en qué escribir esta semana. Pensé en muchos temas comunes sobre la maternidad que podría compartir; algunas de ustedes me dieron muy buenas ideas que seguramente escribiré en los próximos días. Sin embargo, en esta ocasión, desde mi experiencia, elegí hablar de un tema que me ha conflictuado un poco desde que me enteré de que estaba embarazada.
Desde una etapa de mi vida, comencé a recibir preguntas constantes sobre la maternidad, como: "¿Cuántos hijos tendrás?", "¿Cuándo los tendrás?", "¿Qué prefieres, hijo o hija?". Mi respuesta siempre era: "No sé si quiero tener hijos, quizás no, no está en mi proyecto de vida ser madre como una de mis prioridades; creo que podría sentirme satisfecha si no los tengo". Casi siempre recibía respuestas como: "Eso dices ahora" o "No sabes lo que dices, la maternidad es lo mejor que le puede pasar a una mujer". Estas dinámicas siempre me dejaban con un sentimiento de frustración, porque mi respuesta no era que no quería tener hijos, sino que no sabía si los quería. Sin embargo, percibía una decepción y una imposición de que debía considerarlo sí o sí por el hecho de ser mujer.
Desde el feminismo, que es la base de mi sistema de creencias, la maternidad siempre fue una opción (y debería serlo para todas las mujeres, sean feministas o no); pero para el resto parecía ser un deber. Esto me hacía vivir en conflicto con mi propio deseo, ya que me sentía resistente a la idea. Cuando descubrí que había una alta probabilidad de ser madre porque estaba embarazada, me di cuenta de que sí quería serlo. Lo que me molestaba no era la idea de ser madre, sino que los demás depositaran en mí esa responsabilidad, como si convertirme en madre fuera una obligación. El feminismo no te invita a rechazar la maternidad, te invita a desearla o no, y ambas opciones son válidas, correctas y pueden llevarte a tener una vida plena, independientemente de lo que elijas. No es algo que te haga más o menos mujer o femenina.
Ahora viene la segunda parte de ser feminista y madre. La primera parte es el conflicto social cuando aún no eres madre y te lo imponen; pero la segunda parte es cuando ya lo eres y te cuestionan: "¿Y no que no querías? ¿Viste que es lo más hermoso que te pudo suceder? No sabías lo que decías antes". Las personas creen que has reafirmado sus argumentos sobre la "necesidad" de que todas las mujeres sean madres. No sé cómo explicarlo, pero sentía un gran rechazo hacia estas conversaciones y opiniones sobre lo que estaba viviendo y lo que yo creía. No había cambiado de opinión: la maternidad debe ser una opción. Lo que cambió fue que, desde mis creencias feministas y ante la posibilidad de ser madre, tuve la libertad de decidir que sí lo deseaba en ese momento.
Ser madre y ser feminista no están en conflicto, nunca o han estado, para el feminismos el decidir ser madre y el como serlo es una decisión privada que le pertenece a cada mujer y debe respetarse sin las opiniones de terceros, y no debe ser un tema de discusión si nos cuestionamos ese deseo. Ahora soy una feminista que decidió ser madre desde su propio deseo, sin imposiciones y desde mi libertad. Espero ser la mejor mamá para mi bebé y el mejor apoyo para las mujeres que quieren o no quieren ser madres.

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