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¿Derecho o Privilegio?

He demorado un poco en escribir nuevamente en este espacio, porque, aunque quiera, a veces las ocupaciones del día a día hacen que sea casi imposible. Sin embargo, ya estoy por aquí y quiero compartir algo que ha estado rondando en mi cabeza.


Hace ya casi dos semanas volví a trabajar tras mi licencia de maternidad. En Ecuador, la licencia por maternidad es de 84 días, que puedes tomar desde el nacimiento del bebé o dos semanas antes de la fecha estimada de parto. En mi caso, preferí tomarla desde el nacimiento de mi bebé, aunque realmente ya no podía con mi vida y menos trabajar desde unas dos o tres semanas antes de la fecha de parto. Esas últimas semanas fueron las más difíciles de todo mi embarazo; puedo decir, sin exagerar, que me dolía hasta el cabello. Además de la licencia, decidí tomar 15 días de vacaciones para poder estar con Dante el mayor tiempo posible, y no me arrepiento. Ochenta y cuatro días para adaptarte a la maternidad y comenzar a poner atención en otras cosas que no sean tu bebé, sin duda, no se acerca ni a lo "necesario"; pero, bueno, hay que adaptarse.


Les vengo a hablar un poco de mi experiencia al haberme convertido en mamá siendo una mujer que, por mucho tiempo, tuvo como única prioridad su desarrollo profesional, o sea, el "trabajo". Ahora tengo una versión mini de mí y de mi pareja, que se ha convertido en una de mis prioridades más valiosas. He tenido la suerte de haber pasado por buenas experiencias profesionales, cayendo en empresas con sólidos valores y buen prestigio, lo que me ha permitido llegar a donde quiero estar a nivel profesional en este punto de mi vida. ¿Y por qué menciono esto? Porque estoy acostumbrada a que se respeten los derechos laborales de las personas dentro del marco legal que los regula, ya que las grandes empresas evitan el riesgo de incumplirlos. Esto parecería obvio, ¿no? Todas las empresas o espacios de trabajo deberían guiarse, respetar y aplicar lo que dice la ley. Pero al compartir mi experiencia o escuchar la de otras madres o padres, me doy cuenta de que no es así: lo que debería ser un derecho para todos los trabajadores durante esta etapa de sus vidas termina convirtiéndose en un "privilegio".


Empecemos por la parte salarial. El derecho a recibir un subsidio monetario oportuno durante la licencia de maternidad se convierte en un caos, porque, aún recién parida, debes ir a solicitar y luego consultar y exigir el registro y pago de estos valores al IESS, cuando es un derecho. Luego viene la cuestión de la lactancia: las mujeres tenemos derecho a una jornada reducida de 6 horas hasta que nuestro bebé cumpla 18 meses de edad (de acuerdo con la actualización de la ley en marzo de 2023), pero te sorprendería (o quizá no) saber que muchas empresas locales hacen la vista gorda y deciden sobrepasar los límites con mujeres que acaban de ser mamás o están en periodo de lactancia. Lo mismo sucede con los espacios de lactancia: las empresas están OBLIGADAS a contar con lactarios para que podamos realizar nuestras extracciones (porque sí, un baño no es un lugar digno para extraerse), pero hay empresas que deciden ignorar esto y poco les importa cómo o cuándo las mujeres deben extraer el alimento de sus bebés. Luego nos preguntamos por qué existe la desnutrición infantil.


Este tipo de situaciones no solo las vivimos las mujeres. Esta es una de las pocas desventajas que compartimos con los hombres que deciden ser padres presentes. En Ecuador, la licencia por paternidad es precaria, porque 15 a 20 días para el cuidado, atención y presencia en los primeros días de vida de tu hijo no son suficientes. Sin embargo, las empresas, una vez más, deciden no respetarlo. Es increíble cómo a algunos hombres de mi entorno que recientemente se han convertido en padres, sus empleadores les imponen una licencia menor a la que indica la ley, y cuando se atreven a exigir lo que les corresponde, la respuesta es un "aquí no lo aplicamos así".


Podría seguir mencionando más ejemplos sobre cómo los derechos de las mujeres madres y también de los padres no son respetados por las empresas o empleadores, pero con estos casos es más que suficiente para preguntarnos si realmente se están haciendo valer estos derechos o si se están comenzando a vivir como privilegios para quienes sí tenemos acceso a ellos. Gracias a Dios, mi lugar de trabajo se mantiene dentro del respeto de los derechos de maternidad y paternidad. Sin embargo, cuando consulto a otras mujeres y hombres sobre sus experiencias, es sorprendente la privación que sufren de estos derechos por parte de sus empleadores. Es indignante, por decir poco.


Es irónico cómo algunas instituciones públicas a veces muestran y difunden su buena labor de inspección y auditoría (como el ARCSA), pero en estos temas hay muy poca gestión y penalización. Luego nos preguntamos por qué existen tantos problemas sociales, como la débil alimentación de niños/as, el "burnout" por la doble carga de trabajo-casa de las mujeres o cuidadores, los padres y madres periféricos que delegan el cuidado y crianza a los abuelos/as, lo cual finalmente termina convirtiéndose en problemas de conducta en el futuro de los hijos, entre otros.


Finalmente, si me lees y te pasó o te está pasando esto, o incluso tienes miedo de que te suceda cuando decidas ser padre o madre, cuenta conmigo para informarte. De profesión, soy Trabajadora Social en el ámbito laboral; me dedico y desempeño en áreas de Recursos Humanos en Ecuador, y a veces el desconocimiento nos priva de esta oportunidad de estar presentes en este momento tan importante de nuestros hijos/as y familia. Si tienes dudas sobre cómo se aplican tus derechos en tu espacio de trabajo, estaré gustosa de ayudarte.




 
 
 

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