top of page

La maternidad & la culpa


Hace tiempo que no escribo por aquí, ¡más de un año ya! Pero hemos vuelto, la necesidad de compartir y escribir siempre ha estado presente. Espero hacerlo más seguido ahora que tengo muchas cosas por compartir. Recientemente tuve a un bebé, mi primer bebé, así que hay muchas cosas nuevas que estoy aprendiendo y experiencias que, si bien para otros pueden ser cotidianas, para mí son maravillosas.

Elegí este tema para abrir mis experiencias de maternidad en este blog porque es algo que me pesa muchísimo. Es doloroso aprender que la maternidad y la culpa están fuertemente relacionadas. Nunca había tenido una etapa en mi vida donde todos tuvieran algo que opinar. Tal vez, con otros temas, las personas son más prudentes, o pasan desapercibidos, o no son de tanto interés o juicio como lo es la maternidad.

Cuando comencé a compartir la noticia, fue por una necesidad, no porque hubiera estado preparada o porque ya lo había asimilado. Tenía un embarazo de alto riesgo y necesitaba ayuda; no podía estar tan disponible como antes, y el cambio en mi rutina iba a ser evidente. Pero apenas me atrevía a mencionar la noticia, lo que seguía era un "¡Felicitaciones!" un poco escandaloso o entusiasta. Desde ahí ya sentía culpa, culpa por no saber cómo sentirme, por no sentir esa felicidad o entusiasmo yo misma, y que el resto sí tenía o sentía cuando se enteraban; fue un momento muy raro. No me malinterpreten, hoy mi bebé me llena de mucha alegría, felicidad y entusiasmo, estoy convencida de que lo quiero en mi vida; pero en ese momento no podía procesar lo que estaba pasando, y lo único que se me venía a la cabeza era todo lo negativo que implicaba ser mamá y que te cuenta la sociedad: como los cambios del cuerpo, los planes en pausa, el parto doloroso, las malas noches, los gastos económicos de otro ser humano que dependería 100% de mí y de mi pareja, y mil cosas que, más que felicidad, causan mucho miedo.

Luego, en el proceso de embarazo, mi embarazo fue de alto riesgo; tuve peligro de desprendimiento desde el inicio hasta la semana 16. Cuando lo vi por primera vez en un eco, el comentario del ecógrafo fue "Uy, sí estás embarazada, pero tienes un hematoma muy grande, es posible que se desprenda solo". Entonces, mi siguiente sentimiento fue "¿Qué hice o qué estoy haciendo que no hace que el hematoma se reabsorba?", y cuando más pasaba el tiempo y el hematoma seguía ahí, los cuestionamientos también solían venir de otras personas. Cosas así podría contar miles durante todo mi embarazo, ese cuestionamiento constante de "¿qué hice yo para que...?"; era solo el comienzo de un largo camino de cuestionamientos constantes, propios y de otros.

Hoy que mi bebé tiene ya casi 3 meses, puedo decir que lo descrito en mi embarazo no es nada comparado con lo que vino luego de que mi bebé llegó. En los encuentros o visitas con los demás, el "¿y por qué el bebito...?" iba a ser una oración constante, seguido, una vez más, por la culpa. Porque si bien yo sentía que estaba muy bien informada, era inevitable no repensar esos cuestionamientos internamente y sentir que tal vez sí yo no esté haciendo algo bien como mamá. Luchar con las recomendaciones/experiencias de los demás es frustrante y agotador; si bien la recomendación de personas empáticas con esa lucha era "no hagas caso, tú solo di 'sí, lo haré'", era inevitable no sentir enojo o frustración por el cuestionamiento constante. Un ejemplo fácil que les puedo contar es el típico "Cordón umbilical del bebé". No se imaginan cuántos consejos, recomendaciones, tips o recetas hay para eso.

La información es poder y por eso yo siempre traté de estar informada con profesionales; hice cursos de lactancia, de sueño del bebé, curso prenatal y de parto; y tuve una consulta prenatal con la pediatra de mi bebé una semana antes de su nacimiento para saber todo lo que necesitaba al momento de su llegada en torno a su cuidado. Aun así, fui cuestionada, jaja. La indicación de la pediatra para el cuidado del cordón umbilical del bebé fue "no hacer nada con el cordón, solo lavar con agua y jabón y secar muy bien"; pero otras recomendaciones no se hicieron esperar, como: ponle alcohol, ponle fajín, entre otras. Todo esto me sugestionaba, y si veía algo que me parecía raro, procedía a escribirle a mi pediatra con fotos, videos y llamadas (gracias a Dios conseguí una pediatra paciente y empática). Me calmaba mucho su "es normaaaaal" en respuesta a todas mis dudas, pero al resto le parecía insuficiente el criterio de la médica profesional con más de 8 años de estudio.

El cordón de Dante se le cayó a los 7 días; no fue necesario ponerle nada, solo lavarlo y secarlo. Yo, en mi inocencia, pensaba que ahí habían acabado las opiniones sobre el cuidado de mi bebé, pero no fue así. Para mi mala suerte, el ombligo de mi bebé quedó hacia afuera. La doctora nos decía que era normal y que poco a poco el ombligo se iba a retraer y quedaría de la forma en que estaba destinado a quedar, que así mismo no debíamos ponerle nada porque cualquier presión que se ejerciera en esa zona iba a obstruir el funcionamiento normal de su intestino, que estaba en desarrollo. Una vez más, la ola de opiniones se multiplicó por 100: "El ombligo le va a quedar mal, tienes que ponerle un frijol/centavo/faja/cera de no sé qué"; la presión por ponerle algo ahí a mi bebé era real, y para mí desesperante, porque al inicio yo trataba de educar a los demás, porque pensaba que todos estábamos aprendiendo juntos y pensé que tal vez les parecería interesante lo que dice la medicina sobre el cuidado del bebé, pero no, causaba enojo el que no considerara sus ritos o tradiciones sobre el cuidado de mi bebé.

La cosa se puso PEOR (jaja, río para no llorar), porque a mi bebé le dio reflujo, y su forma de lidiar con él era pujando, lo que hizo que le saliera una hernia umbilical (imagínense las insinuaciones de que fui yo la que lo causó por no seguir las típicas recomendaciones). Existían todo tipo de comentarios pasivo-agresivos, como que en un punto ya no me hablaban a mí, sino al bebé, en tono "tranquilo bebito, yo voy a vigilar esa hernia y le pondré su bolita de cera para que el ombligo se le meta"; una vez más, la culpa en mi interior de "¿realmente yo le ocasioné eso? Tal vez sí debí fajarlo, fue mi culpa seguramente"... Muy fuerte, nunca me había sentido así.

Finalmente, mi bebé está bien. Como dijeron todos los doctores que visité (pediatra y cirujano pediatra), su ombliguito se ha ido retrayendo solito y se ha ido reabsorbiendo su hernia, no le ha causado ninguna complicación y ha crecido muy sano. Sigo lidiando con las opiniones de otros, sigo sintiendo culpa; ya acepté que son cosas con las que tengo que convivir y que estas dos cosas son externas a mí, tengo que ser paciente conmigo en este camino también.

Como contraparte, sí han existido personas que son luz, como por ejemplo, aquellos que quieren aprender contigo, que cuando les compartes eso que ya has investigado o aprendido, están abiertos a saber más sin señalar. Los que solo escuchan y empatizan, los que preguntan antes de asumir, como "¿y estamos felices por esta noticia?"; gracias por esas personas. Abrazo fuerte a todas las mamás y mujeres en general, que tenemos que lidiar con todo esto que a veces nos impide disfrutar este rol como se debería. A los "otros", hagan silencio (perdón, no encuentro mejor forma de decirlo), permítannos a los papás y mamás disfrutar de este camino sin sentir ese peso constante de si realmente lo estamos haciendo bien.

留言


©2020 por Daniela Cornejo. Creada con Wix.com

bottom of page